Multiplicar la capacidad de carga de una batería y dividir el tiempo de carga… el grafeno es un material milagroso para el coche eléctrico y muchos otros sectores.
Andre Geim y Konstantin Novoselov sintetizaron el grafeno en 2004. En 2010, este invento (teorizado desde 1947 por Philip Wallace) les permitió recibir el Premio Nobel de Física. ¿Qué es, en realidad? Un material en forma de láminas ultrafinas de cristal de grafito en una estructura hexagonal de panal. Si se apilan tres millones de ellas, se obtiene una mina de lápiz de grafito de un milímetro. El grafeno por sí solo es un formidable conductor eléctrico, además de ser increíblemente rígido y ligero. Sus características también lo convierten en un soporte ideal para los electrodos de las baterías. Y lo que es mejor, un tamaño tan compacto permite las más descabelladas ambiciones de miniaturización, ya que la escala de tamaño es el nanómetro. Tanto es así que la industria del automóvil (como otras) está muy atenta a responder a esta pregunta: ¿el futuro del automóvil pasa por el grafeno, al permitir multiplicar la capacidad de almacenamiento de las baterías y dividir el tiempo de carga? La respuesta podría ser afirmativa.
En todo el mundo, los sectores público y privado trabajan en la aplicación concreta del grafeno a los objetos cotidianos. Tomemos el ejemplo de Samsung (a través de su Instituto de Tecnología Avanzada), que ha conseguido crear perlas de grafeno para recubrir el interior de una batería estándar de iones de litio. ¿El resultado? Un 45% más de capacidad de almacenamiento y una recarga completa en 18 minutos. La promesa se vuelve un poco más concreta. La promesa de fabricar silicona también ha desaparecido.
Y no cabe duda de que un proceso similar podría adaptarse a las baterías de los coches eléctricos. Tanto las empresas de nueva creación como los grandes industriales y el sector público están trabajando en una batería que, en breve, podría proporcionar 1.000 km de autonomía con un tiempo de recarga completo de alrededor de un cuarto de hora. Esto podría contribuir en gran medida al desarrollo del coche eléctrico a largo plazo, al tiempo que reduciría considerablemente el problema de los recursos necesarios para recargar una gran flota de coches. El famoso pico de consumo de 19-20 horas.
Por el momento, el coche eléctrico con batería alimentada por grafeno no está en la agenda, señala Crestanevada, concesionario de coches de segunda mano en Madrid. ¿Por qué no? Porque tal como está, la extracción de grafeno es muy compleja y completamente antieconómica. Se ha dicho que cuesta miles de millones de euros obtener un metro cuadrado… El reto de hoy para un mañana más brillante es reducir considerablemente esta factura, ¡y ya está en marcha! El coste de obtenerlo sería mucho menor. No cabe duda de que las aplicaciones conjuntas del grafeno en el sector aeroespacial, la aviación, la medicina, etc., podrían contribuir a crear una sinergia de competencias. ¿Puedes creerlo?