¿Qué es la Osteoartritis?

La osteoartritis (OA) es una forma degenerativa de artritis que afecta a aproximadamente 1 de cada 10 personas y hasta el 80% de las personas mayores de 65 años. Si bien antes se consideraba una consecuencia normal del envejecimiento y un resultado del «desgaste» del cartílago (tejido duro que cubre y protege los extremos de los huesos), ahora se reconoce que la OA es una enfermedad que afecta a toda la articulación. El cartílago, el sinovio (tejido que recubre las articulaciones y crea el líquido), el hueso, los ligamentos y los músculos están todos implicados.

Entre los factores que aumentan el riesgo de que una persona desarrolle OA se encuentran las lesiones previas de la articulación, la mala alineación de la articulación (por ejemplo, la pierna arqueada), la obesidad, ciertas ocupaciones que implican movimientos repetitivos, la genética (antecedentes familiares) y otras afecciones médicas como la gota o la diabetes.

La osteoartritis puede desarrollarse en cualquier articulación móvil; sin embargo, lo más frecuente es que afecte a la columna vertebral, las caderas, las rodillas, las manos y el dedo gordo del pie. Las personas con OA experimentan dolor (con el movimiento y más tarde, también en reposo), rigidez y pérdida de función en las articulaciones afectadas. Una radiografía puede mostrar el daño causado por la OA en las últimas etapas, pero este daño no siempre coincide con el dolor y la pérdida de función que puede estar experimentando.

El tratamiento médico para la OA incluye analgésicos (p. ej., el paracetamol), antiinflamatorios no esteroideos (AINE), cremas y geles tópicos (p. ej., capsaicina) y, ocasionalmente, inyecciones de corticoesteroides en las articulaciones (para restablecer las propiedades de amortiguación y lubricación del líquido articular normal).

La fisioterapia puede ayudar con la OA a través de la educación y el ejercicio apropiado para mejorar el rango de movimiento de las articulaciones, fortalecer los músculos de apoyo alrededor de la articulación así como los músculos que estabilizan el tronco (músculos centrales), y aumentar el nivel general de aptitud física. Los fisioterapeutas también evaluarán su postura y su forma de andar (estilo de caminar) para asegurarse de que no está ejercitando fuerzas innecesarias sobre las articulaciones problemáticas.

Si el dolor es una preocupación primordial, existen varias opciones sobre las que el fisioterapeuta puede orientarle, incluyendo el uso del calor o el frío, modalidades eléctricas (por ejemplo, TENS) y estrategias de protección de las articulaciones como el uso de un bastón o un calzado adecuado. En algunos casos, las técnicas manuales que incluyen la tracción o las movilizaciones (oscilaciones suaves para restablecer el juego articular normal) son útiles para reducir el dolor y mejorar el movimiento articular.

Miguel Peña | Fisioterapia y Osteopatía Granada

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